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Se podría pensar que con toda la atención prestada al ransomware, y la gran cantidad de educación en torno a él, ya se habría silenciado la plaga. Pero la verdad es que no ha sido así. Según Emsisoft, los ataques de ransomware en 2019 afectaron al menos a 966 agencias gubernamentales, establecimientos educativos y proveedores de atención médica con un coste potencial de más de 7.500 millones de dólares.

Y no son sólo las grandes empresas las que están en el punto de mira. Todos hemos leído acerca de pequeñas y medianas empresas afectadas por delincuentes que mantienen los datos como rehenes por tan solo 5.000 o 75.000 dólares.

Pero por mucho que bloquee, intercepte o impida las descargas de software, su seguridad es tan fuerte como el eslabón más débil. Basta con que un empleado sea engañado haciéndole creer que un correo electrónico es realmente del director general para que el ransomware se infiltre en su red. Una vez dentro, es tan difícil de eliminar como separar la carne picada de los espaguetis a la boloñesa.

Algunas empresas optan por pagar a los ciberdelincuentes su Bitcoin, o cualquier otra moneda que demanden, simplemente porque es más barato que los costes de recuperación de datos. Lo cual puede suponer millones y varios meses de trabajo, e incluso entonces, no se puede asegurar que los datos vuelvan a ser los mismos. Pero el daño está hecho.

Entonces, ¿cómo se puede pasar de tener la proverbial pistola de ciberseguridad apuntando a la cabeza, a no pagar el rescate?

Sólo tienes que llamar a Panzura.

Nuestros clientes no pagan rescates porque ningún ataque de ransomware puede afectar a sus datos. Nuestro equipo de soporte simplemente le ayuda a revertir a una instantánea no afectada y vuelve a estar operativo.

Descubra más en nuestro informe sobre el ransomware.